Este queso está elaborado de forma similar al anterior, pero en el final del proceso pasa a ser moldeado y prensado mecánicamente. De esta forma conseguimos extraer más cantidad de suero y más compactación de la pasta para su posterior madurado.
Este queso tiene una curación de tres meses y presenta un tono interior marfil pálido, con apenas algún pequeño ojo. Observamos en la corteza la capa de romero, con su color característico, y por debajo una pequeña corteza natural. De textura firme, y dureza media/alta cerrada (grano redondo y pequeño), este queso madurado brinda un aroma ligeramente láctico, superado por la frescura del romero, que nos recuerda la naturaleza de nuestro territorio. Este queso es, en el paladar, una conjugación perfecta de sabores: levemente ácidos al principio, que van perdiendo fuerza frente al aroma del romero, que persiste más tiempo si lo comemos sin desechar el exterior.